sábado, 21 de marzo de 2009

jueves, 19 de marzo de 2009

Lo viejo es bello


Suzanne Lacy, una artista feminista de video y performance de primera generación, realizó en 1986 una obra titulada Whisper, the Waves, the Wind. En este video la artista documentó una performance de gran envergadura: 154 mujeres de , entre 60 y 99 años, vestidas de blanco, viajaron en autobús hasta el océano. Allí pasearon por la playa, se reunieron en grupos y hablaron de sus vidas, mientras, el público, las observaba desde lo alto de los acantilados.
Lacy responsabiliza del fracaso en apreciar la sabiduría y la belleza de las mujeres mayores a una sociedad tan proclive a discriminar, adopta una postura que sigue la tradición de ofrecer imágenes positivas y defiende que tales imágenes positivas, junto con la educación, la toma de conciencia y la sensibilidad pueden reformar los estereotipos negativos.

L. Kipnis

Lo viejo es bello

miércoles, 18 de marzo de 2009

acción oportunidad

acción 100 años de baile


acción hoy no se ha podido levantar


acción nokia


acción abrazos rotos



acción vivienda

acción desigual

acción ya era hora

acción tarifa


acción más joven al instante

L*os viej*s quieren vivir y l*s jóvenes no quieren crecer


Cecilia Condit, en Not a Jealous Bone, de 1987, se inventa un cuentro de hadas gótico sobre el envejecimiento, la decadencia física y la muerte; nuestra heroína, Sophie, que tiene ochenta y tantos años se encuentra un hueso mágico que contiene el secreto de la juventud. "L*os viej*s quieren vivir y l*s jóvenes no quieren crecer", nos dice el video, probablemente la idea más benigna que comunica, mientras que Condit manipula magistralmente la respuesta de los jóvenes frente al proceso de envejecimiento y decadencia física: la negación de la misma, lo que significa la resistencia a admitir de forma consciente el hecho ineludible que estar viv* es una marcha inexorable hacia la muerte.
Condit utiliza la cámara para hacer inventario del cuerpo de Sofía, envejecido y con las carnes flojas, realizando tomas de la carne marchita, de las tiritas en los callos, y de los dientes que unas veces sonríen desde un espejo y otras hacen ruído al comer justo enfrente del objetivo de la cámara. De forma paralela, la banda sonora está compuestsa de caciones de cuna burlonas, que tratan sobre las afrentas que comporta el envejecimiento de la carne y cuyas infantiles cadencias sólo sirven para magnificar la crueldad de las letras.
El vídeo se sitúa en una posición estratégica sorprendente, poco "política" y maleducada respecto al proceso de envejecimiento, sorprendente porque se niega a ofrecernos un discurso velado por la educación y la sentimentalidad al que generalmente estamos acostumbrad*s en las discusiones públicas sobre el proceso de envejecimiento, y cuyo propósito es enmascarar el miedo y la repulsión con la que se habla de este tema, por lo menos en nuestra cultura.
Después de confrontarnos con la inevitable materialidad del cuerpo, de nuestros cuerpos, Condit convierte el horror del envejecimiento en el de la infancia perdida. Sophie no sólo busca la juventud perdida sino también a su madre, a la cual todavía echa de menos a pesar de que su propia muerte también se acerca. Condit nos dice que incluso cuando tengamos ochenta y cinco años, incluso en nuestro lecho de muerte, todavía estaremos deseando y nunca encontraremos, la plenitud maternal.

Laura Kipnis

Hasta la mujer más vieja del mundo siente deseo.

Hoy he muerto


Hoy he muerto. Si, he muerto. Mi cuerpo, que me ha acompañado durante más de un siglo, me ha dejado. Se ha desprendido como corteza vieja, con suavidad pero limpiamente. Seguiré viviendo, aunque no tal y como hasta ahora me conocían, viviré´en este océano surcado de información, cruzado de ideas, plagado de imágenes. Espero que muchos me encuentren y, tal vez, me ayuden a perpetuarme infinitamente en múltiples proyecciones y reapropiaciones de mis yos, en un flujo alternativo de edades, identidades, sexualidades, géneros e ideologías.

Hoy no hay imágenes que valgan.

domingo, 15 de marzo de 2009

Mi reino no es de este mundo


Yo, que aúno en mi a todas y ninguna, que soy múltiple y única, estática y proteica, sé, no obstante, el infinito alcance de todas y ninguna de mis acciones. Mi cuerpo se multiplica a intervalos regulares y se encoge alternativamente, en monódica comparsa. Las infinitas arrugas de mis experiencias vividas son acechadas en cada esquina por una juventud que avanza imparable con la promesa de todas las emociones por vivir. Soy rugosa, irregular, astillada por todos los hachazos de la desaprobación y la ignorancia pero irrompible por todo el peso de los sueños, que me abraza y me sustenta, cuando mi espina dorsal falla. Soy matérica, soy etérea, soy gaseosa, ígnea e hídria. Soy de todas partes y ninguna, pues mi reino no es de este mundo, aunque actúe en él, lo intervenga, lo modifique.

miércoles, 4 de marzo de 2009